Por: H.S Fernando Nicolás Araújo
Voté negativamente las reformas legales y constitucionales que el país conoce como el plebiscito y ‘el congresito’ porque destruye los valores de los países democráticos y libres que nos permitirán construir una paz perdurable y un país incluyente.
Una de las estrategias implementadas por quienes desean destruir la democracia y tomarse el poder para no volverlo a entregar, ha sido la de utilizar las vías aparentemente democráticas para acabar con la propia democracia. A instancias de la buena voluntad de un gobierno ingenuo o de la maquiavélica voluntad de uno cómplice, eso es lo que está pasando en Colombia.
En cada artículo y en cada parágrafo van desmoronando la constitución y la democracia. Por un lado le van a dar por un año poderes omnipotentes a Santos, poderes con los cuales podrá convertir en ley de la República todo lo que acuerde con el terrorismo para satisfacer sus peticiones. Peticiones que van desde zonas especiales de reserva campesina, como un fondo más grande que todo el sector de la educación en Colombia, pasando por curules y medios de comunicación a proveer.
Ahí mismo, el propio Congreso le entrega sus funciones a uno especial, más pequeño, elaborado para satisfacer las intenciones del Gobierno y las Farc.
El otro proyecto, pretende modificar todas las reglas del juego en refrendación popular para que a la oposición democrática le sea imposible contener la avalancha enmermelada por una falsa paz. Nada más anti democrático.
Las discusiones en el Congreso sobre ‘el congresito’ y el plebiscito son como asistir a un lento proceso de ejecución de tu madre y aunque intentes con la mayor fuerza de tus argumentos evitarla, el verdugo se hace de oídos sordos. Con el agravante de que son los propios congresistas de la Unidad Nacional quienes están patrocinando la destrucción de nuestro modelo constitucional -que es el acuerdo político más amplio jamás logrado en el país después de 105 años de la Constitución de 1886.
Qué ironía. La democracia más estable de América Latina se va a reventar para satisfacer los caprichos de poder de 200 directivos de la guerrilla. Es decir, en Colombia no se justifica la presencia guerrillera por contar con un sistema democrático garantista. Pero ahora, el Gobierno propone los mecanismos más anti democráticos para satisfacer los caprichos de esa absoluta minoría. Por eso insisto, quienes buscan la paz a través de estos mecanismos solo van a lograr perpetuar la violencia.
Las Farc quisieron una vez que implosionara el Club El Nogal, ahora pretenden que implosione la Constitución – y lo preocupante es que los colombianos no nos damos cuenta. ¿Nos vamos a quedar de brazos cruzados?